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Un retrato perspicaz y atrevido de la masculinidadácontemporánea. Cualquier feminista que haya dialogado ante el público sobre las frustraciones y los lastres innatos a la aventura de ser mujer habrá tenido que enfrentarse alguna vez a la pregunta: «¿Y los hombres qué?». Y si la feminista en cuestión lleva años intentando convencer a ese público de que las preocupaciones de ambos sexos son cosas muy distintas, su respuesta automática, muy probablemente, habrá sido algo como: «¿Por qué me sacan este tema? ¡Yo soy feminista! ¡Mi especialidad son las mujeres! No me ocupo de?álos otros».Sin embargo, ante la insistencia de quienes reclaman desde hace años sacar a la palestra el universo masculino, Caitlin Moran ha decidido adentrarse en él de una vez por todas para tratar de analizar sus rasgos particulares, desentrañar el origen de nuestras concepciones establecidas sobre lo que «debería» ser un hombre y decidir si ha llegado el momento de cambiarlas: «En este libro hay cosas que he observado sobre los hombres que quiero compartir con ellos. Hay aspectos de los hombres que quiero conocer. Y también hay muchos chistes sobre pollas y huevos porque, reconozcámoslo, son graciosos. [?] A menudo pienso que las cosas divertidas y ridículas son las más importantes. Ahí es donde suele empezar todo: lo bueno y lo malo».Con la misma perspicacia, lucidez y desvergüenza con las que ha venido abordando el universo femenino, Caitlin Moran se cuestiona ahora sobre la condición masculina, sus problemas, costumbres y preocupaciones. A medio camino entre la encuesta sociológica, un documental a lo David Attenborough y el chascarrillo, los capítulos de este libro abordan la forma de comunicarse de los hombres, entre ellos y con las mujeres, su idea de la amistad, la relación que tienen con sus cuerpos y con la ropa, su visión del sexo (¡y la pornografía!) y cómo se enfrentan a la paternidad, la madurez, la enfermedad y, finalmente, la vejez. Señoras y señores, atentos porque Caitlin Moran ha venido a cuestionar los efectos nocivos del patriarcado sobre, ¡sí!, los hombres, y el resultado les sorprenderá.