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Los recursos naturales están distribuidos de forma muy desigual y arbitraria por el mundo. Ni siquiera las catástrofes naturales ni los peligros derivados del cambio climático afectan a todos por igual, lo cual hace más difícil que se alcancen acuerdos para reducirlo. Ya se siga una corriente filosófica orientada a reducir el sufrimiento o, en el otro extremo, una tradición centrada en los derechos básicos del individuo, unas desigualdades tan arbitrarias, perjudiciales y crecientes resultan injustificables. Pero ¿qué se puede hacer? Desde distintas perspectivas filosóficas tres autores proponen introducir un impuesto o tasa sobre aquellos recursos naturales que unos usan más o tienen en mayor cantidad, y distribuir lo recaudado a escala global para reducir la desigualdad inicial e impedir que el cambio climático la incremente. Pero esta idea general no solo puede justificarse de modo distinto, sino que puede tomar formas muy diversas. Por ejemplo, ¿sobre qué debería recaer esta tasa? ¿Sobre las actividades más contaminantes? ¿Sobre los combustibles fósiles? ¿Sobre todos los recursos naturales de un país? También hay que decidir no solo la cuantía de un impuesto factible, sino si será igual para todos o más elevado para los que contaminen más. Y, por supuesto, hay que discutir también qué hacer con lo recaudado: ¿debería distribuirse a todos los ciudadanos del mundo, ricos y pobres por igual, en forma de una especie de renta básica incondicional? ¿O deberíamos intentar ayudar primero a quienes estén en una situación más desesperada? Además, ¿debería lo recaudado distribuirse en metálico, electrónicamente, quizá aprovechando la expansión de la telefonía móvil? ¿O es mejor invertir los fondos en bienes públicos, mejoras medioambientales, tecnología verde, investigación médica, educación o acceso a la planificación familiar? Hillel Steiner, Thomas Pogge y Paula Casal debaten estas y otras cuestiones, alcanzando conclusiones sólidas. La pobreza mundial y el cambio climático son los dos mayores retos a los que hoy se enfrenta la humanidad. ¿Y si ambos problemas pudiesen resolverse conun pequeño impuesto?