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En una terminal de aeropuerto coinciden los viajeros más dispares. Su vuelo con destino a Tokio ha sido cancelado y, para matar el tiempo, evocan historias reales o ficticias que capturan su atención y les trasladan mucho más lejos (o tal vez más cerca) de lo que jamás hubieran imaginado. El deslumbrante debut de Rana Dasgupta es un fiel reflejo de la era de la globalización. A diferencia de otros escritores angloindios, Dasgupta huye del exotismo para mostrarnos un mundo en el que los personajes, y no los lugares, son lo verdaderamente importante. La realidad se convierte en un decorado, un entorno en el que nos sentimos como pasajeros en tránsito, uno de los iconos más representativos de la condición humana en el siglo que comienza. Desde las primeras páginas nos evoca al Decamerón de Boccaccio o a Los cuentos de Canterbury de Chaucer. La diversidad de voces permite a Dasgupta exhibir su maestría a la hora de tratar temas y registros muy distantes. Su intención es la de mostrar un mundo en el que las fronteras entre realidad y ficción se desvanecen para convertirse en experiencia. El autor confesaba en una entrevista que le encantaría que las narraciones de Tokio Cancelado diesen pie a otras, y que los lectores descubriesen la necesidad que todos tenemos de contar historias y de que nos las cuenten. Ha cumplido con su cometido. Ahora nos toca a nosotros.