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Cuando se produjo la caída del muro de Berlín algunas voces optimistas vaticinaron una nueva etapa para el derecho internacional, libre por fin del oportunismo y los dobles raseros de la guerra fría. Sin embargo, las pretensiones hegemónicas de los Estados Unidos y de sus aliados han propiciado una radical redefinición de las relaciones internacionales, caracterizada por una férrea voluntad de dominio militar, político, cultural y económico. La rehabilitación de la guerra como instrumento de intervención en el ámbito externo, y el recorte de derechos y libertades en el ámbito interno, constituyen la expresión más acabada de ese giro hacia el militarismo experimentado por la mundialización capitalista. Ahora bien, dicho proceso sólo podía consolidarse en abierta contradicción con el derecho internacional de los derechos humanos y con el constitucionalismo de derechos elaborados tras la segunda guerra mundial. De esa oposición, precisamente, se vale Luigi Ferrajoli para denunciar no sólo la ilegitimidad moral sino también la ilegalidad de las «nuevas guerras» emprendidas por los Estados y sus aliados en distintos rincones del planeta, desde la antigua Yugoslavia y Afganistán, hasta Colombia o Irak. La crítica jurídica de las guerras «humanitarias» y preventivas», y de sus derivas liberticidas, se convierte de esta manera en piedra de toque del pacifismo militante ferrajoliano. Un pacifismo comprometido con el impulso de una nueva «esfera pública global» y de un constitucionalismo genuinamente mundial orientado a la tutela de los más débiles y a la ampliación de la autonomía individual y colectiva de todos.