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La envidia es la pasión por controlar y calibrar la propia existencia comparándola con la del otro. Su objetivo no es satisfacerse, sino perpetuar un estado de infelicidad y carencia con el que las personas de este carácter tratan de llenar su vacío existencial. El envidioso idealiza tanto el amor que nada ni nadie consigue satisfacerlo, a la vez que se condena a mirar al otro con ojos eternamente demandantes. Los subtipos de la envidia son, además, los más contrastantes del eneagrama, con grandes diferencias entre los abnegados ?que han aprendido a introyectar su voracidad y tragarse las lágrimas?, los odiadores ?competitivos, de intensos deseos «canibalísticos»? y los melancólicos ? especie de sirenas quejumbrosas con una exagerada dependencia afectiva que, a la vez, saben estimular en los demás su necesidad de sentirse protegidas. Envidia, séptimo volumen de la obra Psicología de los eneatipos, describe al eneatipo Cuatro como un carácter propenso a las relaciones de dependencia y de abuso, con tendencias autolesivas e incluso de enfermedad, y con una gran sensibilidad al sufrimiento ajeno que tiene la función de subrayar el propio. A la vez, los envidiosos suelen invalidar, despreciar y minusvalorar el objeto envidiado, recordándonos, no en vano, que la envidia es el «pecado de Caín».