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Francisco de Quevedo y Villegas es, sin lugar a dudas, uno de los grandes nombres de nuestras letras en toda la historia de la literatura, y no sólo española, sino mundial. Reflejó en su obra literaria la profunda contradicción entre el hombre político que vocacionalmente quiso ser y el poeta que supo escribir los más excelsos poemas de nuestro Barroco. Son estos dos rasgos, además, propios de su carácter, y de ellos nace un pavoroso desengaño que lo llevará a sobrevivir en su refugio de creación y a escribir para vivir y padecer. Porque Quevedo no duda en ofrecer la fragmentación de su mundo, el suyo propio y el que lo rodea, disolviéndose al tiempo que su propia vida. Así, la poesía de Quevedo es, sencillamente, sublime. Para el lector de ayer, de hoy y de siempre, pues en ella se haya la condensación no sólo de la lírica universal, sino los grandes temas que ocupan mente y corazón de todo ser humano: el amor, la muerte, la vida. Y por eso mismo la necesidad de una edición cuidada y revisada de su poesía completa es evidente. Aquí la ofrecemos en toda su pureza, con los textos limpios y fijados, acompañados de breves explicaciones iniciales a cada uno de sus temas y pensamientos. Una lectura eterna, global, sencilla y maravillosa. Una edición para todos y para siempre, de la mano de Alfonso Rey y María José Alonso Veloso, legado y homenaje del maestro José Manuel Blecua.«La lírica de Quevedo ha sido enaltecida usualmente por su grandeza verbal, valoración que no va más allá del estricto terreno de la elocución. Algún lector puede sentir la tentación de presentarla como la obra de un prestidigitador que juega con las palabras como el tahúr con el cubilete. Tal vez su extensión y variedad parecen haber apartado la atención de las facetas temáticas y organizativas [?]. En realidad, ningún escritor importante puede ser comprendido desde un rasgo aislado o una clave explicativa, pues las obras literarias, especialmente una tan extensa como la que ahora nos ocupa, son un todo constituido por planos y niveles de diversa naturaleza, conectados unos con otros [?]. La calidad poética de Quevedo no es sólo lingüística y estilística, sino también ideológica, temática, estructural y métrica; radica, en último término, en su capacidad para ensamblar equilibradamente todos esos niveles del proceso creador con un propósito personal, en un proceso de renovación de la tradición que heredó. Hecha esta advertencia, pocas dudas caben de que fue un virtuoso del idioma y el creador de una lengua poética sin parangón. [?] Entre esos dos principios, poesía de ideas y poesía de invención verbal, se movió su arte literario».Del Prólogo de M.ª José Alonso y Alfonso Rey