Al revés de lo que tantos cuentan, no vivimos en un mundo liberal, porque la intromisión del poder político en las vidas y los bienes de sus súbditos es considerable y creciente. No existió ninguna austeridad pública, y ningún supuesto neoliberalismo arrasó con el Estado, puesto que los gobernantes no bajaron el gasto y subieron en cambio los impuestos y la deuda, es decir, justo lo contrario de lo que el liberalismo propugna. A esta usurpación, las autoridades sumaron un sinfín de regulaciones, controles y prohibiciones que limitan las libertades ciudadanas.
En esta cuarta entrega de sus Panfletos liberales, Carlos Rodríguez Braun denuncia estos recortes de los derechos de la gente y refuta los argumentos antiliberales lanzados desde diversas perspectivas, como la cultura, la política, el populismo, el nacionalismo, el socialismo, la moral, la religión o la economía. El liberalismo, al contrario que el estatismo, ni es un recetario simple ni conforma un abanico de aspiraciones irrealizables. Apunta, eso sí, a la libertad, la responsabilidad y la dignidad de las mujeres y los hombres, que se han visto en los últimos tiempos aún más amenazadas con el reflorecimiento del antiliberalismo de todos los partidos.
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