Mientras no haya voluntad política integral complementada por compromiso y acción estratégica efectiva para contrarrestar la estrategia comunista de guerra revolucionaria en el terreno de los acontecimientos, será imposible derrotar en todos los aspectos de la dinámica de guerra revolucionaria que realizan las guerrillas comunistas, pues contundentes éxitos militares se pueden convertir en fracasos políticos como ocurrió en Marquetalia en 1964, Riochiquito en 1965, Guayabero en 1966, Anorí en 1973, y Casa Verde en 1990.
En todos los casos enunciados, el Ejército desalojó a los guerrilleros de sus guaridas y los guerrilleros se replegaron hacia zonas alternas, donde estaban protegidos por la complicidad civil previamente adoctrinada, o sea lo que Tirofijo denominó "apoyo de las masas", pero el Estado nunca llegó ni con soluciones temporales ni mucho menos definitivas.
Para derrotar al adversario en una guerra, no basta con la eliminación física del combatiente enemigo, es necesario derrotar su estrategia. Y los hechos verificables indican que, los sucesivos gobiernos colombianos no han diseñado estrategias integrales, para derrotar la estrategia de guerra revolucionaria comunista contra Colombia. La miopía geopolítica de la dirigencia política lleva 200 años de existencia, sin que se avizoren cambios significativos en este aspecto.
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