Standaard Boekhandel gebruikt cookies en gelijkaardige technologieën om de website goed te laten werken en je een betere surfervaring te bezorgen.
Hieronder kan je kiezen welke cookies je wilt inschakelen:
Technische en functionele cookies
Deze cookies zijn essentieel om de website goed te laten functioneren, en laten je toe om bijvoorbeeld in te loggen. Je kan deze cookies niet uitschakelen.
Analytische cookies
Deze cookies verzamelen anonieme informatie over het gebruik van onze website. Op die manier kunnen we de website beter afstemmen op de behoeften van de gebruikers.
Marketingcookies
Deze cookies delen je gedrag op onze website met externe partijen, zodat je op externe platformen relevantere advertenties van Standaard Boekhandel te zien krijgt.
Je kan maximaal 250 producten tegelijk aan je winkelmandje toevoegen. Verwijdere enkele producten uit je winkelmandje, of splits je bestelling op in meerdere bestellingen.
José Angel Valente ha ido profundizando a lo largo de su carrera poética en las relaciones entre poesía y realidad. Mediante una progresiva sustitución del yo histórico, habitual en sus primeras obras, por el yo poético, y con la consumación del tránsito de la experiencia hecha poema al poema hecho experiencia iniciado en La memoria y los signos, Valente ha explorado, con una primacía de la emoción y de la pasión sobre lo racional, nuevas vías para acceder a la dimensión metafísica de la persona, a los abismos de la conciencia. Para reflejar a través de complejos entramados simbólicos la inquietante ambigüedad y los múltiples significados de lo contingente, para crear una ultrarrealidad en la que lo visible y lo quimérico se sintetizan. La densidad conceptual, la firme voluntad antirretórica, las elipsis, las estructuras estróficas de extrema tensión, el admirable sentido del ritmo, la tendencia a lo lapidario en la estela de los modelos clásicos y los sustantivos abstractos, rodeados de elocuentes silencios, han constituido los medios idóneos para esa captación de lo esencial y de las vivencias inasibles en un lenguaje usual. «Un poema no existe si no se oye, antes que su palabra, su silencio», sostiene Valente. Su poética nos acerca a la mística, a ciertas propuestas de los románticos y de los simbolistas, a los vacíos de Celan en la palabra o a los de Chillida en la materia, a la obra pictórica de Tàpies. Este segundo volumen de la Obra poética recoge Material memoria, Tres lecciones de tinieblas, Mandorla, El fulgor, Al dios del lugar y No amanece el cantor.