En la noche, cuando los niños estaban casi adormecidos,
Miguel no era de los que lograban quedarse dormidos.
Su madre le leía una historia y hasta dos le contaría,
Su padre le cantaba hasta que su rostro azul se veía,
Todo el día Miguel corría y la pelota había pateado,
Pero luego solo podía decir: "Yo no me siento cansado."
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