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Se dice acerca de Rabí Baruj de Mezhibuzh, el nieto del Baal Shem Tov, que una vez, sus hijos estaban jugando al escondite con sus amigos, cuando uno de ellos vino corriendo hacia él con lágrimas en los ojos. Al preguntarle por qué lloraba, el hijo contestó que en medio del juego, mientras se escondía, sus amigos se aburrieron y lo dejaron solo. Èl esperó y esperó hasta que se dio cuenta de que nadie lo buscaba. E irrumpió en llanto nuevamente. Rabí Baruj aprendió de esto cómo se siente Dios, por así decirlo, cuando nosotros detenemos el juego sagrado del escondite en el medio, ya sea por la desesperanza ante la idea que jamás lo encontraremos o porque carecemos del suficiente interés como para seguir buscándolo. Dios nos puso sobre la Tierra y ocultó Su presencia para jugar con nosotros el juego divino del «escondite». Nuestra necesidad más profunda es revelar a Dios en nuestras vidas. Pero, ¿dónde encontramos a Dios? ¿A dónde vamos para buscarlo? En el presente libro, Meditación y Cábala, el Rabí Itzjak Ginsburgh, a través de su brillante claridad, nos muestra el camino hacia una vida plena de Luz divina y colmada de auténtico sentido.