Standaard Boekhandel gebruikt cookies en gelijkaardige technologieën om de website goed te laten werken en je een betere surfervaring te bezorgen.
Hieronder kan je kiezen welke cookies je wilt inschakelen:
Technische en functionele cookies
Deze cookies zijn essentieel om de website goed te laten functioneren, en laten je toe om bijvoorbeeld in te loggen. Je kan deze cookies niet uitschakelen.
Analytische cookies
Deze cookies verzamelen anonieme informatie over het gebruik van onze website. Op die manier kunnen we de website beter afstemmen op de behoeften van de gebruikers.
Marketingcookies
Deze cookies delen je gedrag op onze website met externe partijen, zodat je op externe platformen relevantere advertenties van Standaard Boekhandel te zien krijgt.
Je kan maximaal 250 producten tegelijk aan je winkelmandje toevoegen. Verwijdere enkele producten uit je winkelmandje, of splits je bestelling op in meerdere bestellingen.
"Me gustaría disfrutarlo, pero no puedo, y me duele no tenerte a ti a mi lado para contemplar contigo mi gran imperio semántico: ya no me hace falta dirigir todos los instrumentos de una pequeñísima organización radical, de un grupúsculo, porque mi discurso está por todas partes, mi voz está en todas las voces y todo el mundo habla mi lengua."Madrid, 2016. Dos edificios ocupados, entre Goya y Lavapiés, contemplan la ciudad con ánimo expansionista: la antigua sede del NO-DO, conquistada por un grupúsculo fascista, y las ruinas de unos estudios de cine abandonados, convertidas en cuartel de una célula marxista-leninista. Entre los dos espacios, el Castillo y la Comuna, aparecen Santiago y Ramiro, hijos de una ciudad desquiciada y misántropa. Como todo el mundo sabe, cualquier madrileño de bien piensa siempre en el exterminio de la clase social a la cual no pertenece. Bengalas contra mezquitas, manifestaciones enfrentadas y los foros de internet como armas de destrucción masiva. El futuro de la villa y corte, donde la ingenuidad ha sido erradicada y el amor se ha vuelto un privilegio, estará ligado al destino de estas dos organizaciones en la periferia de lo político. La primera novela de Elizabeth Duval, a la vez discursiva y devastadora, está impregnada de los mismos rasgos que la época que retrata. Es triste, apasionada y viene cargada de indicios funestos; un retrato de la violencia, las imágenes y las palabras.