¿Crees en las maldiciones?
Yo nunca creí en ellas...
Pero todo cambió una noche hace seis años, cuando me senté en La silla del diablo y pedí un deseo y se hizo realidad.
Más tarde conocí al propio River Caliban, el heredero de todas las maldiciones. Mi enemigo a muerte.
Sabía que debía haberme mantenido alejada de él. Debería haber huido cuando gritó mi nombre, cuando en sus labios se dibujó esa sonrisa pecaminosa, pero en cambio caminé hacia él, dejando la luz atrás.
Ahora, voy en contra lo que me grita el corazón, y contra toda advertencia, he decidido asistir con él a la fiesta en la oscura mansión en la cima de la colina, esa misma que todos dicen que está encantada.
En el momento en que doy un paso dentro, sé que estoy en problemas, pero hay algo en River que me magnetiza, me atrae, y cuando me pide lo imposible, sólo puedo decirle que sí.
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