Las armas de nuestra milicia fue un término que el apóstol Pablo acuñó para referirse a una autoridad especial que tenemos en el nombre Jesús, para doblegar y desactivar las autoridades de las tinieblas que se establecen en las regiones que habitamos.
El apóstol no utiliza la expresión en cartas donde discute acerca de la guerra espiritual, como la carta a los Efesios, u otras cartas, como Tesalonicenses, y aun, Filipenses, lo que nos sugiere que el término no fue acuñado para identificar armas de guerra que pudiéramos tener accesibles para nuestro uso.
La expresión acuñada por el apóstol no tiene el propósito de instruir acerca de la guerra espiritual, como hoy en día lo hemos tomado dentro de nuestro contexto cristiano. Tanto la carta a los Romanos como la de los Corintios, en donde aparece la expresión, ninguna enfoca la guerra espiritual en sus capítulos, por lo tanto, las armas de nuestra milicia no pueden entenderse como herramientas de batalla al estilo de las piezas utilizadas por el soldado de su entonces.
No es propiamente una lucha espiritual ante fuerzas de las tinieblas, tal como lo presenta en su carta a los Efesios, es otro tipo de lucha, o mejor dicho, es otro campo de batalla. Se trata de lucha contra fuerzas de las tinieblas que utilizan los elementos de la sociedad para minar la fortaleza espiritual, y desbaratar antes de salir a la guerra.
Se trata de una lucha diferente contra las tinieblas porque están envueltas costumbres, hábitos y prácticas que han formado parte de la rutina diaria del creyente, y que sin darse cuenta, éste ha comprometido con ellas su fortaleza y revelación. Satanás ha sido muy sutil, y según el apóstol, muchos han sucumbido al grado de estar dormidos y enfermos.
Y es que si notamos la escritura en su original griego descubriremos que el apóstol con el uso de STRATEGIAS está refiriéndose a una campaña, o expedición militar, el ejercicio al que se envía a un comando especializado. No se define con la palabra a un grupo de soldados, así como lo explica el lexicón LSJ Middle Liddell.
Así que, mejor traducido debería decir, las armas de nuestra campaña militar, o mejor aún, las armas de nuestras estrategias, y entenderíamos que nos está instruyendo en la misión que ha sido delegada para ejecutar. En otras palabras, con armas de nuestra milicia no se nos está sugiriendo que identifiquemos armamento bélico, sino que sepamos distinguir las misiones a que hemos sido asignados, porque de ello dependen las acciones que vamos a desarrollar. Las armas son instrumentos para ejecutar proyectos divinos en las regiones donde hemos sido ubicados.
Esto lo observamos con detenimiento en la estructura gramatical de la expresión. El termino está formado por dos palabras que solas no transmiten el significado que el apóstol le otorgó a la combinación con ambas. Por ejemplo, la palabra traducida como armas -OPLA- aparece conjugada como OPLA, y como OPLON. En ambos casos no identifica a un artefacto bélico en particular, por el contrario, se identifican por la palabra instrumentos que no tienen relación directa con la actividad de un soldado.
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