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La mayoría de las víctimas del déficit de vitamina B12 son también víctimas de médicos que descartaron erróneamente dicho déficit o hicieron caso omiso del diagnóstico. Algunas son niños con retraso crónico en el desarrollo. Otras son adultos jóvenes a quienes se les diagnosticó erróneamente esclerosis múltiple o se les dijo que iban a ser «estériles» de por vida. Otros pacientes son hombres y mujeres de mediana edad a los que se les diagnostica demencia precoz o principio de párkinson cuando tienen solo treinta, cuarenta o cincuenta años. Otros padecen depresiones profundísimas. Otros pasan por esquizofrénicos. Y otros son ancianos que terminan sus días en una residencia porque sus médicos les diagnostican alzhéimer. Pues bien, ante esta epidemia de demencia, enfermedades cardíacas, depresiones, disfunciones del desarrollo, esterilidad y trastornos neurológicos, la vitamina B12 es esa desconocida que salva vidas. El principal objetivo de este libro es precisamente ofrecer respuestas a algunas de estas desconcertantes cuestiones que muchos profesionales médicos no saben explicar de manera específica, tratándolas por tanto solo de forma sintomática, con resultados imprecisos. Los autores arrojan luz sobre un gran escándalo sanitario: la incapacidad de identificar y tratar a cientos de miles de pacientes que sufren el déficit de vitamina B12, y que ha generado masivos errores de diagnóstico.