Standaard Boekhandel gebruikt cookies en gelijkaardige technologieën om de website goed te laten werken en je een betere surfervaring te bezorgen.
Hieronder kan je kiezen welke cookies je wilt inschakelen:
Technische en functionele cookies
Deze cookies zijn essentieel om de website goed te laten functioneren, en laten je toe om bijvoorbeeld in te loggen. Je kan deze cookies niet uitschakelen.
Analytische cookies
Deze cookies verzamelen anonieme informatie over het gebruik van onze website. Op die manier kunnen we de website beter afstemmen op de behoeften van de gebruikers.
Marketingcookies
Deze cookies delen je gedrag op onze website met externe partijen, zodat je op externe platformen relevantere advertenties van Standaard Boekhandel te zien krijgt.
Je kan maximaal 250 producten tegelijk aan je winkelmandje toevoegen. Verwijdere enkele producten uit je winkelmandje, of splits je bestelling op in meerdere bestellingen.
Durante los últimos cien años, las mujeres más lúcidas han recorrido el camino de la búsqueda de su identidad, y han intentado hallar los elementos fundamentales que la constituyen. Este libro se ocupa del camino recorrido, pero también de la necesidad de que las mujeres se ayuden unas a otras a asumir todo lo que saben de sí mismas, y a proponer los valores que atesoran a toda la sociedad. Enrica Rosanna destaca dos elementos esenciales del ser de la mujer. El primero, el hilo que sostiene la trama, consiste en la capacidad de «preocuparse por los demás»; el segundo es el corazón, el núcleo, la clave antropológica, y puede resumirse en una palabra compleja y a la vez ambigua: maternidad. Si las mujeres quieren ofrecer verdaderamente su riqueza al mundo, ello tendrá muy poco que ver con lo que los varones son y hacen. No es posible seguir colaborando en una sociedad que busca a toda costa el bien tener y deja en segundo plano el bien ser y el bien estar. Resulta imprescindible apostar por los valores de la atención y el cuidado de los otros, transformando desde ellos las estructuras familiares, educativas y asistenciales, pero también las económicas, políticas y mercantiles. Aceptar la riqueza que las mujeres son constituye, pues, una de las pocas posibilidades reales para que la humanidad no se termine deshumanizando.