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Al igual que sucede con otras invenciones, la del nacionalismo vasco es precedida por un largo período de gestación. No es una ocurrencia de Sabino de Arana Goiri, sino el resultado de una reflexión agónica sobre una doble crisis experimentada por Vizcaya en el último cuarto del siglo XIX, de las consecuencias de una rápida industrialización por una parte, por otra de la supresión del régimen foral en 1876. Apenas terminada la última guerra carlista. A ello se sumaban una sólida construcción ideológica en defensa de los Fueros, contradictoria con el nuevo capitalismo dominante, y una tradición racista heredada del Antiguo Régimen, ahora actualizada para satanizar a los inmigrantes (de mochas a maketos). Sabino Arana sabrá combinar tales ingredientes, formulando una alternativa radical de independencia, legitimada por los Fueros, aupada a su vez sobre una transferencia de sacralidad que hace de su programa una religión política. Ser antipatriota es pecar contra Dios. Ser patriota es luchar contra España. La extremosidad del ideario llevaba a un callejón sin salida, solo superado gracias a una circunstanci