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En la intuición cosmoteándrica la realidad no está formada ni por un bloque único indistinto, sea éste divino, espiritual o material, ni tampoco por tres bloques o un mundo de tres niveles, sino que estas tres dimensiones recurrentes aparecen en ella imbricadas inter-in-dependientemente y no existen la una sin la otra. Esta intuición, un ejemplo de experiencia no-dualista o advaita, constituye la clave de las páginas de este estudio, además de darle título. Como invitación a superar el racionalismo sin caer en el irracionalismo por una parte o en el sobrenaturalismo, por otra, la intuición cosmoteándrica resuelve una serie de antinomias de las que la mente contemporánea parece no poderse desembarazar y constituye la base para una nueva visión de la realidad. La segunda parte del libro se concentra en la nueva conciencia temporal en la que entra la humanidad en este próximo milenio. Desarrolla la experiencia no-dualista del tiempo, según la cual éste no es sino la otra cara de lo que se ha venido llamando eternidad. La eternidad no viene después del tiempo -ni tampoco existía antes-. La vida del hombre sobre la tierra constituye, así, un ritmo en el que cada momento es habitado por la otra cara «eterna». La conciencia histórica daría lugar a una autoconciencia transhistórica.