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La indianización -igual que cualquier forma de transculturación- no es un fenómeno uniforme y monolítico. Tampoco es un fenómeno exclusivo del Nuevo Mundo, aunque haya tornado allí un relieve especifico. De hecho, las expresiones going native o s'ensauvager acompañaron la experiencia de la expansión europea en el mundo entero, desde el siglo XV hasta el siglo XIX. Sus figuras fueron numerosas y recibieron nombres muy diversos según las regiones del continente: truchements normandos y Bandeirantes en Brasil, renegados, desertores y apostatas en la América española, Indian Countrymen, White savages y renegades en la América británica, coureurs de bois, vagabonds y François devenus Sauvages de la América francesa, hommes libres, chasseurs des montagnes y Squaw men en el Oeste norteamericano. Todos, individuos o grupos sociales europeos, mestizos o criollos, voluntariamente o no, vivieron en la proximidad inmediata de los indios, asimilándose a veces totalmente hasta el punto de elegir al otro sin vuelta atrás. Tratamos de aprehender aquí la indianización en toda su complejidad y de apreciar sus diversos grados de intensidad, desde el abandono liso y llano de toda referencia europea (caso excepcional) hasta la integración puntual de objetos, comportamientos, valores, creencias, incluso entre los agentes expresamente encargados de asegurar la integración de los indios en la órbita del poder colonial. Uno de los objetivos perseguido a través del prisma de la indianización es restituir hasta donde sea posible las dinámicas socioculturales que regían estos procesos, sin jamás pretender transformarlo en un marco acotado y rígido o, por decir las cosas más claramente, sin querer acunar un nuevo lecho de proceso teórico.