Me complace especialmente recomendar este comentario a la Epístola a los Romanos.
Lo hago por muchas razones.
La primera y más importante es el hecho de que yo mismo he sacado tanto provecho y placer de él. Siempre me resulta muy difícil decidir cuál es el mejor comentario sobre esta epístola, si el de Charles Hogde o este de Haldane. Mientras que Hodge sobresale en la erudición precisa, hay una mayor calidez de espíritu y más aplicación práctica en Haldane. En cualquier caso, ambos destacan como comentarios sobre esta poderosa epístola.
Sin embargo, lo que da un valor inusual y particularmente entrañable a este comentario es la historia que hay detrás de él. En 1816, Robert Haldane, con unos cincuenta años de edad, fue a Suiza y a Ginebra. Allí, como si fuera un accidente, entró en contacto con una serie de estudiantes que estudiaban para el ministerio. Todos ellos eran ciegos a la verdad espiritual, pero se sintieron muy atraídos por Haldane y por lo que decía. Por lo tanto, dispuso que vinieran regularmente dos veces a la semana a las habitaciones donde se alojaba y allí les llevó y expuso la Epístola de Pablo a los Romanos. Uno a uno se convirtieron, y su conversión condujo a un verdadero renacimiento de la religión, no sólo en Suiza, sino también en Francia. Entre ellos se encontraban hombres como Merle D'Aubigné, escritor de la clásica "Historia de la Reforma", Frédéric Monod, que se convirtió en el principal fundador de las Iglesias libres en Francia, Bonifas, que se convirtió en un teólogo de gran capacidad, Louis Gaussen, autor de "Theopneustia", un libro sobre la inspiración de las Escrituras, y César Malan. También hubo otros que fueron muy utilizados por Dios en el avivamiento. Fue a petición de estos hombres que Robert Haldane decidió poner en letra de molde lo que les había contado. De ahí este volumen. Y uno no puede leerlo sin ser consciente tanto del predicador como del expositor.
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