La ciudad de Carcasona constituye el más vasto conjunto de fortificaciones
urbanas antiguas y medievales conservado en Europa: dos recintos de
murallas delimitan un espacio de unas siete hectáreas con un castillo,
conjunto dotado de cuarenta y ocho torres, cuatro barbacanas y dos
atalayas. El enclave de Carcasona, ubicado en el curso del Aude, en la
encrucijada de dos ejes de circulación que comunican el mundo mediterráneo
con el mundo aquitano, está poblado desde el siglo IV a. C. y su
Cité está amurallada desde finales del siglo III y principios del siglo IV d. C.
A partir del siglo XI, pasó a posesión de la familia de Trencavel, que
dominaba el bajo Languedoc para convertirse en el siglo XIII, al final de
la cruzada contra los albigenses, en una de las plazas fuertes emblemáticas
del poder real. Se erige entonces un recinto exterior y se moderniza
la muralla interior. La Cité, pieza clave del dispositivo de defensa establecido
frente al reino de Aragón, aparece como una fortaleza inexpugnable.
En 1659, el tratado de los Pirineos le despoja totalmente de su función
estratégica. Sus estructuras defensivas, abandonadas, serán salvadas de
la ruina en el siglo XIX gracias a la acción conjunta de eruditos carcasoneses,
del arquitecto Viollet-le-Duc y del departamento de Monumentos
Históricos. Hoy en día, el carácter excepcional de este conjunto arquitectónico
ha supuesto su inclusión en la lista de obras maestras del
Patrimonio Mundial de la UNESCO.
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