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El 13 de diciembre de 1474, en Segovia, Isabel, hija de Juan II y hermana del recién fallecido rey de Castilla y León, Enrique IV, fue proclamada reina de Castilla y de León. El 29 de mayo de 1475, en Plasencia, tras haber sido obedecida como legítima sucesora dos meses antes, Juana, nieta de Juan II, hija del rey Enrique IV y sobrina de Isabel, fue proclamada reina de Castilla y León. Entonces estalló abiertamente una guerra sucesoria que había sido largamente fraguada y ensayada. Durante seis años, hasta 1480, dos reinas con plena conciencia de serlo, se enfrentaron en el teatro de la guerra, dos reinas y sus maridos, dos reyes que representaban sendos proyectos de futuro (Portugal o Aragón) para un reino que saldría transformado al término del conflicto. Isabel y su marido, Fernando de Aragón, vencieron finalmente en una guerra que, más que ninguna otra hasta entonces, se reveló como un combate por la legitimidad, una lucha en la cual resultó crucial el empleo de un amplio abanico de recursos de propaganda política. El presente estudio, partiendo de una rigurosa metodología y de una innovadora y actual visión crítica de las fuentes históricas y literarias, analiza el empleo de los recursos de propaganda y de representación simbólica, retórica y ceremonial que propiciaron, no sólo el triunfo sucesorio de los Reyes Católicos, sino la asunción de nuevas formas de gobierno para la Monarquía Hispánica: el gobierno basado en la opinión pública.