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Abel Chapman era también de familia vinatera y cervecera inglesa y combinó sus viajes de negocios con una afición muy temprana a la vida silvestre. Cuando llegó a Jerez en 1883 contaba 32 años y tenía a sus espaldas una buena experiencia de cazador, de pescador y de naturalista. El negocio del vino no tenía más remedio que llevarlo a la Península Ibérica, pero su primer deslumbramiento fue Escandinavia en 1881. El segundo fue en España y muy en concreto en Doñana. Chapman no tardó en hacerse amigo de Buck, y ambos constituirían con otro inglés jerezano, don Alejandro Williams (Williams & Humbert) y el marqués de Torre Soto (González Byass) una Sociedad de Monteros que arrendó el Coto a su dueño don Guillermo Garvey. Como puede verse, Chapman era el único de los socios que no era bodeguero local. Tanto en este libro como en el otro que escribieron al alimón, Unexplored Spain, Chapman y Buck dedicaron jugosas páginas al Coto de Doñana y a su vida silvestre. ?Chapman -escribía yo en El mito de Doñana- cazador ante todo, escritor y dibujante de talento, tiene sus ribetes de naturalista y, junto a los grandes mamíferos y a las aves que persigue, se ocupa en sus páginas con pericia e interés de estudioso de pájaros, reptiles, insectos y plantas del Coto. Chapman ?nos dice Guy Mountfort? es el primero que señala la índole euroafricana de la fauna de Doñana, así como la importancia del Coto como descansadero de aves migratorias entre la Europa occidental y el Norte de Africa.?