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«Querido Pierre, a quien nunca volveré a ver aquí, quiero hablarte en el silencio de este laboratorio, donde no pensaba que tendría que vivir sin ti. Y, antes, quiero recordar los últimos días que vivimos juntos». Con estas palabras abre Marie Curie la entrada de su diario (30 de abril de 1906) en la que recoge el terrible pesar por la muerte accidental de su marido Pierre, con quien había compartido pasión científica y descubrimientos cruciales acerca de la radiactividad, por los que fueron galardonados con el Premio Nobel de Física. El desgarro por la pérdida del ser más querido, pero también la evocación de los momentos de plenitud personal y científica, los rigores de la competencia académica o la forma de encajar esos elementos en su condición de mujer son algunas de las facetas que reflejan los extraordinarios escritos reunidos por vez primera en el presente volumen, entre los que descuellan la biografía que escribió sobre su marido y una extensa semblanza autobiográfica, así como las notas de laboratorio redactadas en los años del descubrimiento del radio y el polonio, además de secciones de su diario personal. Estas piezas componen una suerte de «Curie confidencial» que nos permite conocer de primera mano, desde la inmediatez y la intimidad personales, algunos episodios decisivos de la ciencia del siglo xx, y adentrarnos en los anhelos, conquistas y sentimientos de una mujer pionera en casi todos los frentes. Una vida y una vocación a través de su propia voz. (Selección y prólogo de Xavier Roqué.) Autor: Marie Curie (1867-1934), licenciada en Física y Matemáticas, se doctoró en 1903 con un estudio sobre las sustancias radiactivas que la hizo merecedora, junto a su marido Pierre Curie y Henri Becquerel, del Premio Nobel de Física de ese mismo año. Catedrática de Física en La Sorbona en 1906, recibió un segundo Premio Nobel en 1911, en esta ocasión de Química, por el descubrimiento del radio y el polonio. Junto a su eminente papel científico, su vida tuvo un importante sesgo público y se convirtió en uno de los rostros más célebres de la ciencia de principios del siglo xx. Colaboró activamente en mejorar la atención médica a los heridos en los campos de combate de la Primera Guerra Mundial, fundó en París y en su Varsovia natal instituciones científicas para el estudio de la radiactividad y recibió, sobre todo en sus últimos años, homenajes y reconocimientos de todo orden, incluido un viaje a los Estados Unidos en 1921. Sus restos reposan en el Panteón de París, con lo que se ha convertido en la primera mujer en recibir semejante honor. La introducción ha sido redactada por Xavier Roqué, profesor de Historia de la Ciencia de la Universitat Aut.noma de Barcelona y especialista en la historia de la física del siglo xx, a la que ha dedicado trabajos y ediciones de textos sobre radiactividad, relatividad y mecánica cuántica.