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Naid y Laura no son mujeres extraordinarias, ni siquiera especiales. No tienen un don, un talento, una fuerza que las impulse a vivir aventuras memorables. Son personas a las que el destino, el azar, la suerte o alguna otra quimera, les retuerce el futuro en un regate traidor a la fortuna. Un monstruo con cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón, cambia el orden de las piezas del juego, da un toque allí, mueve algo más allá, y las protagonistas de esta historia confunden las señales en un itinerario equivocado. Pierden pie, trastabillan, caen y se levantan en aquel laberinto enrevesado que es la vida que no les tocaba vivir.Laura y Naid viven en un mundo en el cual no encajan, luchan por salir adelante en una realidad inhóspita, a contramano de los instintos, en pelea constante contra los designios del corazón, que sencillo y torpe, siempre tira para casa.También es una historia del amor que se tienen entre ellas. De ese cariño sincero, generoso, solidario y verdadero, que se tienen las buenas amigas. Esa complicidad sin reproches, esa aceptación sin barreras, esa comprensión, esa ternura, que se suele dar entre las mujeres generosas.Dos realidades distintas, un dolor común. La pérdida, el desarraigo, el abandono, la añoranza, son un lenguaje universal.Naid y Laura proceden de realidades muy distintas, opuestas casi. Se unen en el presente común de ser inmigrantes en un país prestado, y se sinceran y renacen en la búsqueda de su propia identidad, de su lugar en el mundo, de ese mundo que sí, por fin, les pertenece.