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«Breve, exacta, concisa, sugerente, cruel, emocionante, esta narración es una pequeña gran novela solitaria de una autora casi olvidada y que, por este libro, será siempre inolvidable», escribía José María Guelbenzu cuando apareció La mujer de Gilles (Siruela, 2003). Ahora lo hace otra pequeña joya de esta autora belga, publicada en Francia en 1943. Mientras que la fuerza de La mujer de Gilles emanaba de su carácter trágico e inevitable, En busca de Marie (claro guiño a la busca proustiana) está colmada de energía femenina y optimismo. La joven Marie rebosa amor no sólo hacia su marido sino también hacia todo cuanto contempla. Su vida interior tiene tal intensidad emocional que siempre la mantiene en un estado continuo de euforia. Pero su marido Jean, que la quiere, sabe que no está a la altura de esa intensidad. Una tarde todo cambia. En el calor abrasador de la Costa Azul, mientras Jean se baña, Marie intercambia una mirada con un joven tumbado en la arena y ya no habrá vuelta atrás... El daño ;en este caso, el inicio de un despertar; ya no se detendrá. La relación con el joven, cuyo nombre desconoce, le permitirá la libertad de ahondar en su yo inconsciente para alcanzar esa busca de sí misma, apoyada en el ímpetu que le ha despertado este apasionado amor carnal.