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Si en "El continente", primer libro de la trilogía sobre Brasil de Verissimo, hemos asistido a la fundación de Brasil como país a partir de varios personajes y épocas, en "El retrato" se introduce un giro en la historia, en esta ocasión el personaje protagonista de la novela es uno, Rodrigo Cambará, uno de los niños del Sobrado en "El continente". Tras estudiar en Río de Janeiro medicina vuelve a su hogar en Santa Fe, nos encontramos en el período de entreguerras y el consabido problema de las ideologías, representadas en varios personajes reseñables que irán apareciendo en la novela, a destacar un pintor vasco anarquista que bebe su desesperanza por los tugurios de Santa Fe mientras clama contra la iglesia, el rey o el fascismo. Rodrigo es un idealista, alguien quien, como Pierre, el personaje de "Guerra y Paz", piensa en hacer el bien, pero la razón es sometida a veces al deseo y viceversa, y el bien se diluye en el fango de los claroscuros. Es Rodrigo un ejemplo de búsqueda de identidad, una búsqueda que sirve como metáfora de ese gigantesco país cuyo lugar en el mundo se está forjando en ese tiempo, ya no es lugar para revoluciones nacionalistas o regionales, ahora Brasil es un país y debe enfrentarse al mundo con una opinión propia que le sitúe en el mapa geopolítico, pero las buenas intenciones no van siempre de la mano cuando se trata de hacerse con una identidad propia, por bello, joven y armonioso que parezca el retrato. Escrito en 1951, "El retrato", segunda de las novelas de la trilogía "El tiempo y el viento", es un crisol de las ideologías de entreguerras, comunismo, fascismo, socialismo, anarquismoà en un estado, Río Grande del Sur, que se ha erigido como el más importante a nivel militar del Brasil. Una fascinante historia en la que el amor, el deseo, la traición o la amistad van de la mano de sus personajes hacia un final incierto. ¿Qué es al final la ideología cuando los vientos soplan cerca de las personas?