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«Sólo una teología que se crece hasta la contemplación podrá reabrir de par en par tanto las fuentes de la vida contemplativa en la Iglesia como las fuentes de la predicación, si es verdad que predicar es el acto que hace comulgar a los oyentes y al apóstol en la contemplación del misterio. Sólo ésta puede definir lo que debe ser nuestra respuesta a la llamada del Espíritu». El presente estudio lleva a «reencontrar, a la luz de la Escritura y de la tradición, la actitud de los Padres de la Iglesia y de los teólogos de la Edad Media: como enanos subidos a hombros de gigantes, hemos hecho nuestro su esfuerzo y hemos tratado de volver a pensar para nuestro mundo los fundamentos de la afirmación del misterio. En adelante valoraremos mejor cuál es el desapego radical de nosotros mismos, cuál la pobreza y el espíritu de infancia evangélica que se nos exigen para volver a encontrar el sentido del ser, el sentido de la temporalidad apocalíptica, el sentido de misterio del Padre. También hemos percibido mejor cuánta profundidad de contemplación del misterio se requiere de nosotros si queremos ser fieles al kairos de nuestro tiempo».