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Con la caída de la República de Weimar comprendimos que las democracias son frágiles. En un abrir y cerrar de ojos pueden desaparecer las libertades que parecen firmemente conquistadas. Pocos acontecimientos históricos ilustran la fragilidad de la democracia de una manera tan evidente como el que se relata en El fracaso de la República de Weimar, uno de los mayores dramas de la historia mundial, que el prestigioso historiador alemán Volker Ullrich explica como nunca antes se ha contado: de una forma vívida, emocionante y tan minuciosamente contextualizada que los paralelismos con la actualidad emergen de manera sorprendente. Es cierto que el nacimiento de la república se había producido en un contexto desfavorable: el Imperio alemán había sufrido una aplastante derrota y el país tuvo que aceptar las durísimas condiciones del Tratado de Versalles, a las que se sumó una interminable sucesión de crisis económicas (solo interrumpidas por una fase de aparente estabilización a mediados de los años veinte). Pero, a pesar de todas las penurias por las que transitó, la recién esbozada primera democracia alemana no nació predestinada a un final estrepitoso: desde la fase fundacional de la república hasta enero de 1933 hubo repetidas oportunidades de marcar un rumbo diferente. ¿Por qué no se logró? Entonces, igual que ahora, la realidad de un país dependía de las acciones concretas de los individuos. En cada página de este apasionante libro, Ullrich nos lanza un recordatorio urgente: está en nuestras manos que la democracia triunfe o fracase.