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Una comunidad de destinos: el exilio. El autor de estas memorias noveladas ha vivido esa condición desde antes incluso de haber nacido. Sus padres habían escapado de una de las grandes tragedias del siglo XX, el nazismo, para ir a refugiarse en una improbable isla caribeña, donde la Historia aún no había hecho estragos. La desgracia acabó por alcanzarlos. Hubo que volver a huir, rehacer el camino en sentido inverso, para volver a Europa, el punto de partida del horror. Entre el viejo continente y Cuba, los puntos en común son mayores de los que se pueden imaginar. En todo caso, los hombres y mujeres y niños que habitan estas páginas son todos, o casi todos, fugitivos. Han tenido que huir en un momento u otro, perdiendo, además de la tierra, sus ilusiones. Pero no sus deseos de vivir. Se han volcado en el sexo, en el amor, en los viajes a cualquier parte, dando tumbos de manera aleatoria, buscando siempre un indicio que les recordara algo anterior a la ruptura, parecido a los sabores de la infancia, pero sin llorar, descubriendo las infinitas posibilidades de estar en el mundo y en ninguna parte. El niño que tuvo que abandonar la isla con sus padres ha conocido su iniciación a la libertad y a la literatura en una ciudad que representaba entonces la apertura a todas las formas de la existencia, a una tolerancia absoluta, desordenada, rayando con la locura: París. De allí huyó a otras partes, a una España que empezaba a despertar de una larga noche y que fue un trampolín, a través de la lengua, hacia la revolución cubana mitificada y luego odiada. Los relatos, entonces, se vuelven colectivos. El niño vuelto hombre trata de transmitir los fragmentos escritos desde las mazmorras, los testimonios de los que allí estuvieron y de los que lograron escapar, perdiendo en el intento a algunos de sus seres queridos. Los que escaparon en otros tiempos y los que lo hacen ahora son todos, a pesar de las diferencias de espacio y de tiempo, judíos errantes. Este libro mezcla la escritura de la iniciación, sentimental, erótica, intelectual, con el testimonio, político, dramático, desconocido. Lo personal y lo universal. El exilio, siempre recomenzado.