Introducción
Ante la adversidad y los conflictos, ante cualquier batalla o realidad, la verdad siempre ha sido la fuerza que ha movido las esperanzas de los pueblos hacia la manifestación de sus destinos.
Por desgracia, la corrupción siempre se ha presentado altiva, a veces como juez otras como parte, pero siempre incapaz de ofrecer una sola solución coherente a los problemas de la gente pues no le afectan, eso es evidente.
Y así, las sociedades, con su corrupción y sus problemas, desde occidente hasta oriente, se han ido convirtiendo en esta enfermedad moderna que son hoy estos sistemas opresivos que insisten descaradamente en mantener a los pueblos humillados porque así lo prefieren sus dirigentes en algunos casos y porque estos no conocen ni saben hacer las cosas de manera diferente, en ciertos casos igualmente.
Cuando muchos presumen de su corrupción y de su falta de respeto hacia la población, es porque gozan del respaldo de los que se dotan a sí mismos los monopolios de los recursos de África, humillando cualquier posibilidad de desarrollo positivo del continente. No es casualidad por ello que en algunos países por ejemplo, las personas más incapacitadas, incultas o irresponsables ocupen los máximos puestos políticos, civiles e incluso intelectuales, conscientes todos de que un mal árbol no puede producir buen fruto, pero, ¿quién quiere un buen fruto realmente? ¿Quieren acaso las potencias que controlan y oprimen a África y a sus recursos, un buen fruto y un buen futuro para África?
Para conocer la respuesta, no hace fala ser adivino; basta solo con leer este libro.