Juan de la Cuesta Hispanic Monographs is pleased to present the 93rd edition in their Ediciones críticas series: Sidney Donnell's critical Spanish edition of Cristóbal de Monroy y Silva's Spanish Golden Age drama "El caballero dama."
El mayor objetivo de la presente edición crítica es sacar a la luz del día El caballero dama (c. 1638), una obra de teatro de la primera mitad del siglo XVII que hace honor a su título seductor. ¿Será hombre o mujer de la corte española el protagonista titular? ¿Habrá dos personajes que comparten el mismísimo cuerpo? ¿Se tratará de transformaciones o transmutaciones de sexo o género? Por analogía el título de esta comedia de Cristóbal de Monroy y Silva (1612-1649) evoca otros de carácter oximorónico de la misma época, como la obra famosa de Juan Pérez de Montalbán, La monja alférez (1625), cuyo título recuerda el oficio religioso de las mujeres y la profesión militar de los hombres, ambos pertenecientes a la misma figura histórica.
El tema principal de El caballero dama se basa en el mito de Aquiles en la isla de Esciros. Tetis, ninfa y madre de Aquiles, le obliga al joven imberbe que se vista de dama y que se mude a una corte lejana para evitar su destino infeliz en la guerra de Troya. A través de los versos clásicos de Estacio, el tema mitológico del Aquiles vestido de mujer se puso de moda en Europa durante las primeras décadas del siglo XVII, y se difundió por distintos medios. El momento en que Aquiles--vestido de mujer y escondido entre las damas de la corte--es descubierto por Ulises les inspiró a muchos pintores del siglo XVII como Rubens, van Dyck, y Ribera. Luego el mito pasó con gran intensidad a las artes escénicas, y les sirvió de argumento a varios dramaturgos europeos, entre ellos, Monroy y Silva cuyo escenario se traslada del Mar Egeo a la Península Ibérica.
A pesar de sus orígenes clásicos, es imposible separar El caballero dama del momento histórico en que apareció la obra. No se sabe si Monroy y Silva simpatizaba con los ambiciosos planes del conde-duque Olivares, ministro favorito del rey Felipe IV, para fortalecer la monarquía imperial. No obstante, a través de una lectura cuidadosa de la obra, se perciben las ansiedades culturales que giraban en torno de la empresa imperial en general. A primera vista El caballero dama sí apoya la monarquía absoluta, pero a lo largo de esta comedia, el joven dramaturgo pierde control de sus personajes travestis; como consecuencia también pierde su autoridad sobre el discurso promonárquico. Aunque Monroy no propone una alternativa a las monarquías imperiales, el mundo que satiriza se pone tan al revés y se vacía de tanto significado que apenas se rectifica al final.
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