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Don Juan Matus definió el ensueño manifestando que era el acto de utilizar los sueños normales como puerta de entrada que conduce a la conciencia humana hacia otros ámbitos de la percepción. Esta definición implicaba, para él, que los sueños comunes podían ser usados como una escotilla que guiaba la percepción hacia otras regiones de energía, diferente de la del mundo de la vida cotidiana y, sin embargo, sumamente similar a ésta en su núcleo básico. El resultado implicaba la percepción de mundos verdaderos en los que se podía vivir o morir, mundos increíblemente distintos del nuestro y, al mismo tiempo, sumamente similares. «El ensueño únicamente puede ser experimentado. Ensoñar no es tener sueños; tampoco es soñar despierto, ni desear, ni imaginarse nada. A través del ensueño conseguimos percibir otros mundos, los cuales podemos ciertamente describir, pero no alcanzamos a describir lo que nos hace percibirlos. Sin embargo, podemos sentir cómo el ensueño abre esos otros reinos. Ensoñar parece ser una sensación, un proceso en nuestros cuerpos, una conciencia de ser en nuestras mentes.» DON JUAN «Don Juan», escribe Carlos Castaneda en el prólogo, «era un intermediario entre el mundo natural de la vida diaria y el mundo invisible, uno que él no llamaba lo sobrenatural, sino la segunda atención. Su tarea de maestro fue hacerme accesible esta configuración. En mis trabajos previos he descrito sus métodos de enseñanza, al igual que las prácticas que me hizo ejercitar, la más importante de las cuales fue, sin duda, el arte de ensoñar. Don Juan sostenía que nuestro mundo, que creemos ser único y absoluto, es solamente un mundo dentro de un grupo de mundos consecutivos, los cuales están ordenados como las capas de una cebolla. Aunque hemos sido condicionadospara percibir únicamente nuestro mundo, efectivamente tenemos la capacidad de entrar en otros, que son tan reales, únicos absolutos y absorbentes como el nuestro.» «Somos increíblemente afortunados al tener los libros de Castanedaà La historia que relatan es muy singular e interesante; sus vivas descripciones configuran una obra que se encuentra entre las mejores que ha producido la ciencia de la antropologíaà No exageramos al resaltar la importancia de sus logros.» NEW YORK TIMES