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Este Discurso de los métodos es, en efecto, un discurso de los métodos, y no de un Discurso del método, como el célebre de Descartes, porque la tesis principal que en él se defiende es que ni la palabra «método» se dice en un único sentido ni cada una de sus acepciones cobija una única clase de método. Cuando se aplica a la investigación filosófica, «método» significa primordialmente el conocimiento mismo que utiliza la filosofía. Pero la palabra mienta también, secundariamente, aquellos elementos de que constan los actos cognoscitivos propios de la filosofía y aun los procedimientos especiales de que se sirve el filósofo para obtener nuevos saberes. Por eso, los tres capítulos de esta obra versan respectivamente sobre los tipos de conocimiento filosófico, los modos concretos en que se verifica dicho conocimiento y los recursos de que puede echar mano el filósofo para conocer. Es este, en verdad, un tratado sobre los métodos de la filosofía, pero también, y de modo especial, sobre los métodos de la «fenomenología realista». A juicio del pensador austriaco, la fenomenología realista no es una mera escuela más dentro del amplio movimiento fenomenológico, sino que constituye su parte más importante. A ella --y desde luego a la obra del propio Seifert-- debemos uno de los intentos más sólidos de fundamentar sobre nuevas bases la metafísica clásica y de refutar el subjetivismo de toda laya que es propio de gran parte de la filosofía moderna.