Standaard Boekhandel gebruikt cookies en gelijkaardige technologieën om de website goed te laten werken en je een betere surfervaring te bezorgen.
Hieronder kan je kiezen welke cookies je wilt inschakelen:
Technische en functionele cookies
Deze cookies zijn essentieel om de website goed te laten functioneren, en laten je toe om bijvoorbeeld in te loggen. Je kan deze cookies niet uitschakelen.
Analytische cookies
Deze cookies verzamelen anonieme informatie over het gebruik van onze website. Op die manier kunnen we de website beter afstemmen op de behoeften van de gebruikers.
Marketingcookies
Deze cookies delen je gedrag op onze website met externe partijen, zodat je op externe platformen relevantere advertenties van Standaard Boekhandel te zien krijgt.
Je kan maximaal 250 producten tegelijk aan je winkelmandje toevoegen. Verwijdere enkele producten uit je winkelmandje, of splits je bestelling op in meerdere bestellingen.
En un hotel de la ciudad belga de Brujas, a finales del siglo XIX, un hombre ya maduro escribe un diario de sus días en esa ciudad, a la que ha vuelto después de muchos años. «Sí, durante un instante me sentí joven. Sólo durante un instante. Cuando salí a la calle y recobré la conciencia de mis viejos tormentos, la ilusión se desvaneció», escribe. Los «viejos tormentos» son el recuerdo del amor y la amistad perdidosà Ernest Dowson declaró en más de una ocasión que los dos textos que ahora reunimos en este volumen «representaban» su visión integral del amor y de la vida. Las escritoras Sylvia Plath y Elizabeth Smart se hicieron eco de esta afirmación, e incluso recrearon algunos pasajes en piezas que eran tanto un homenaje a Dowson como una afirmación de sus propias personalidades. El título del primer texto («Diario de un hombre de éxito») es, como dijera Ezra Pound, completamente «irónico, y esa ironía casa tan bien con esta historia como con la vida del propio autor», uno de los escritores más talentosos de su época, pero de los más infelices (padre muerto por sobredosis de hidrato de cloral, madre suicidaà). A su vez, el poema que lo completa fue escrito para una niña de once años, Adelaide, que finalmente se casaría con otro, y ha inspirado decenas de obras literarias, musicales y cinematográficas: de varias canciones de Cole Porter a Lo que el viento se llevó de Margaret Mitchell (título incluido); de Su único pecado, de King Vidor, a algunas interesantes teorías de Jorge Luis Borges.