El nombre que suelen dar los escritores cristianos a nuestro tema es el de "Crecimiento en Gracia", que es una expresión bíblica que se encuentra en 2 Pedro 3:18. Pero nos parece que, estrictamente hablando, el crecimiento en la gracia se refiere a un solo aspecto o rama de nuestro tema: "para que vuestro amor crezca más y más" (Filipenses 1:9) se refiere a otro aspecto, y "vuestra fe crece en gran manera" (2 Tesalonicenses 1:3), a otro más. Parece, pues, que "crecimiento espiritual" es un término más amplio e inclusivo y cubre con mayor precisión ese logro tan importante y deseable: "crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo" (Efesios 4:15). Que no se piense de esto que hemos elegido nuestro título con un espíritu capcioso o porque nos esforzamos por ser originales. No es así: no tenemos que criticar a los que prefieren otro apelativo. Lo hemos escogido simplemente porque nos parece que describe mejor y de forma más completa el terreno que esperamos cubrir. Nuestros lectores entienden claramente lo que significa el "crecimiento físico" o el "crecimiento mental", y el "crecimiento espiritual" no debería ser menos inteligible.
Este tema es profundamente importante
En primer lugar, debemos tratar de entender correctamente la enseñanza del Espíritu sobre este tema. Parece que son relativamente pocos los que lo hacen, y la consecuencia es que el Señor se ve privado de mucha de la alabanza que le corresponde, mientras que muchos de su pueblo sufren mucha angustia innecesaria. Debido a que muchos cristianos caminan más por el sentido que por la fe, midiéndose por sus sentimientos y estados de ánimo en lugar de por la Palabra, su paz mental se destruye en gran medida y su alegría de corazón disminuye mucho. No son pocos los santos que pierden seriamente a causa de las malas interpretaciones sobre este tema. El conocimiento de las Escrituras es esencial si queremos comprendernos mejor a nosotros mismos y diagnosticar con mayor precisión nuestro caso espiritual. Muchas almas ejercitadas se forman una opinión errónea de sí mismas a causa del fracaso en este mismo punto. Sin duda, es un asunto de gran importancia práctica que seamos capaces de juzgar correctamente nuestro progreso o retroceso espiritual, para que no podamos halagarnos a nosotros mismos por un lado o depreciarnos indebidamente por el otro.
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