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La correspondencia entre Emerson y Herman Grimm dio comienzo en 1856 cuando el hijo y sobrino de los famosos hermanos contactó con Emerson para agradecerle haber encontrado en sus obras sus propios pensamientos secretos expresados del modo que le hubiese gustado a él mismo hacer. En su respuesta, Emerson agradecía a Grimm sus palabras y que hubiese llevado a cabo la primera traducción de un texto suyo al alemán de que tuviera noticia. Se sintió orgulloso, decía, de que se le presentase en Berlín a través de tan buenas manos. Tenía razones para ello: dicha traducción formó parte de la biblioteca personal de Nietzsche, para quien Emerson sería posiblemente el principal hombre representativo e intempestivo de la humanidad. Grimm reconocería ser alumno de Emerson en los ensayos que le dedicó y en muchas otras ocasiones. En la carta del 25 de octubre de 1860, le confiesa que escribió su libro sobre Miguel Ángel guiado por la consideración de si podría leerle a él sus frases en voz alta. Que una de sus obras principales adoptase la forma y el título de Quince ensayos muestra también hasta qué punto aceptó la prov