Todos conocemos la historia de la creación en la Biblia. En el principio, Dios creó. Pero, ¿y si la creación no es el principio? Al menos no en la Biblia. ¿Y si el primer libro de la Biblia no tratara de la creación... sino del dolor?
Los eruditos han debatido durante años sobre cuál es realmente el primer libro de la Biblia. La mayoría ha llegado a la conclusión de que el Libro de Job fue probablemente el primer libro escrito.
Piénsalo: ¿y si el mensaje que Dios quería que recibiéramos no fuera sobre cómo fuimos creados, sino sobre qué hacer cuando la vida se pone fea?
Ser cristiano significa ser feliz. Alegría. Significa que consigues esa valla blanca y tienes amigos que te dan compañía. Dificultades y guerra espiritual pueden ser palabras que los cristianos conocen, pero no es exactamente algo de lo que hablemos.
Job es una historia complicada y desordenada porque aborda el elefante en la gigantesca habitación que es el cristianismo: que creer en Dios no significa felicidad. O riqueza. Ni siquiera la bondad.
Job es una historia que nos enseña una fea verdad sobre lo que creemos: que las cosas no siempre son mejores al otro lado de la montaña, que las cosas buenas no siempre le ocurren a la gente buena y que, a veces, la vida está hecha un desastre.
La mayoría de la gente conoce la historia de Job. Es el hombre al que le sucedieron cosas malas. Pero a menudo vemos la historia más como un cuento de hadas de la escuela dominical. Claro, es creíble. Pero a menudo lo vemos como un cuento moral sobre un tipo al que le quitaron todo.
Pero hay algo más. Rara vez lo estudiamos para descubrir lo que Dios está tratando de enseñarnos.
La lección aquí es profunda, y una que todo creyente debería escuchar.
We publiceren alleen reviews die voldoen aan de voorwaarden voor reviews. Bekijk onze voorwaarden voor reviews.