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La Ciencia nueva es una obra clave de la tradición cultural de Occidente. Su concepción es de tal riqueza que se ha considerado a su autor, Giambattista Vico (1688-1744), precursor de los románticos, de Hegel y de Marx; da origen a la Estética moderna, y crea el ámbito necesario para el surgimiento de las ciencias humanas, cimentando los fundamentos de la lingüística y de la antropología actuales. A través del novedoso empeño de una filosofía de la historia, su amplia y compleja visión del mundo ha seguido fascinando a pensadores y creadores contemporáneos tan dispersos como Walter Benjamín y William Burroughs. Con su reivindicación de la retórica, como guía maestra de la transmisión cultural, y la introducción de la jurisprudencia en tanto columna vertebral de la vida de los pueblos, esta obra continúa siendo una ciencia nueva, es decir, capaz de germinar vías de reflexión ante los problemas centrales del mundo contemporáneo: la asunción de la pluralidad, las nuevas migraciones, el papel de la religión en la vida de las naciones, la realización efectiva del sistema democrático y la importancia para ésta de los medios de comunicación. Su lectura incita al diálogo, apela a la creatividad del hombre más allá de la muerte de cualquier arte, y deja sin duda una huella imborrable. «El principio de los orígenes de lenguas y letras es que los primeros pueblos del mundo gentil, por una demostrada necesidad natural, fueron poetas, los cuales hablaron mediante caracteres poéticos; este descubrimiento, que es la llave maestra de esta Ciencia, nos ha costado la obstinada investigación de casi toda nuestra vida literaria, [à]»