Standaard Boekhandel gebruikt cookies en gelijkaardige technologieën om de website goed te laten werken en je een betere surfervaring te bezorgen.
Hieronder kan je kiezen welke cookies je wilt inschakelen:
Technische en functionele cookies
Deze cookies zijn essentieel om de website goed te laten functioneren, en laten je toe om bijvoorbeeld in te loggen. Je kan deze cookies niet uitschakelen.
Analytische cookies
Deze cookies verzamelen anonieme informatie over het gebruik van onze website. Op die manier kunnen we de website beter afstemmen op de behoeften van de gebruikers.
Marketingcookies
Deze cookies delen je gedrag op onze website met externe partijen, zodat je op externe platformen relevantere advertenties van Standaard Boekhandel te zien krijgt.
Je kan maximaal 250 producten tegelijk aan je winkelmandje toevoegen. Verwijdere enkele producten uit je winkelmandje, of splits je bestelling op in meerdere bestellingen.
A finales de los años cincuenta, la región de Níjar en Almería era una de las más pobres de España. Las explotaciones mineras en manos de compañías españolas o extranjeras no habían dejado ningún poso de desarrollo económico ni social, la agricultura seguía anclada en técnicas pretéritas, la artesanía malvivía escasa de mercados y el turismo no había descubierto aún la extraordinaria belleza de la región. Juan Goytisolo viajó a los pueblos de los alrededores de Níjar y el Cabo de Gata para narrar con técnica novelística sus encuentros con un paisaje de soledades ásperas y sus habitantes, que se debatían entre la búsqueda de la supervivencia diaria y el sueño imposible de la emigración, bajo la omnipresente vigilancia de la guardia civil franquista. El resultado es un libro magistral que revive lo que era el sur de España no hace tantos años, a la vez que denuncia lo que desgraciadamente no deja de repetirse bajo nuevos ropajes. Como dice el narrador en un pasaje del libro, 'son las minorías selectas, no el pueblo, quienes suelen echar el dinero por la ventana, y hay muchas maneras de echarlo. El pueblo no tiene más remedio que resignarse, y aun cuando secunde alegremente sus delirios, el hombre de buena fe sabe distinguir, más allá de la anécdota, quiénes son las víctimas y quiénes los culpables'.