Standaard Boekhandel gebruikt cookies en gelijkaardige technologieën om de website goed te laten werken en je een betere surfervaring te bezorgen.
Hieronder kan je kiezen welke cookies je wilt inschakelen:
Technische en functionele cookies
Deze cookies zijn essentieel om de website goed te laten functioneren, en laten je toe om bijvoorbeeld in te loggen. Je kan deze cookies niet uitschakelen.
Analytische cookies
Deze cookies verzamelen anonieme informatie over het gebruik van onze website. Op die manier kunnen we de website beter afstemmen op de behoeften van de gebruikers.
Marketingcookies
Deze cookies delen je gedrag op onze website met externe partijen, zodat je op externe platformen relevantere advertenties van Standaard Boekhandel te zien krijgt.
Je kan maximaal 250 producten tegelijk aan je winkelmandje toevoegen. Verwijdere enkele producten uit je winkelmandje, of splits je bestelling op in meerdere bestellingen.
"Lo recuerdo, pensó Geralt, lo recuerdo. Sí, allí, en las escaleras resbaladizas por la sangre del castillo de Rhys-Run, donde lucharon hombro con hombro, él y ella, el Lobo y la Gata, dos máquinas de dar muerte, inhumanas en su rapidez y crueldad porque los habían arrastrado hasta el final, enloquecidos, apoyados contra la pared. Sí, entonces los nilfgaardianos retrocedieron, llenos de miedo, ante el brillo y el silbido de sus hojas, y ellos fueron bajando despacio, hacia abajo por las escaleras del castillo de Rhys-Run, húmedas de sangre. Bajaron apoyados el uno en el otro, unidos, y delante de ellos caminaba la muerte, la muerte en forma de dos blancas hojas de espada. El frío y tranquilo Lobo y la loca Gata. El brillo de las hojas, el grito, la sangre, la muerte... Sí, entonces... Entonces...Ciri volvió a echarse los cabellos hacia atrás y entre sus mechones cenicientos brilló la nívea blancura de la ancha banda de su sien.Entonces se le volvieron blancos los cabellos a la muchacha."