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Una democracia electoral de calidad es mucho más que un procedimiento electoral y observar las normas promulgadas de Derecho electoral en todas sus facetas. Las actuales circunstancias demandan profundizar en nuestro sistema democrático, de modo que mejore en su calidad. Ya no vale la urgente aspiración a la democracia, sino que hay que avanzar hacia la "buena democracia" El análisis de los rendimientos democráticos desde parámetros objetivos es, hoy por hoy, una necesidad imperiosa. Una buena democracia es aquella que es una democracia de calidad. Toda democracia precisa de grandes y continuos cuidados para que, día a día, los ciudadanos la sientan como suya, para que se sientan identificados con ella. En caso contrario, la pérdida de legitimidad provocará que sea percibida como una amenaza. Ninguna democracia es tal si no es puesta al servicio del interés general o si los resultados de esa experiencia democrática demuestran que tan solo pequeños grupos se benefician o reciben ventajas. Ninguna democracia es tal si la facultad de gobernar, entregada temporalmente por el pueblo soberano, agrede permanentemente la voluntad popular en sedes institucionales. Ninguna democracia es tal si carece de mecanismos eficaces de control y de rendimiento de cuentas. Ninguna democracia es tal si aparta u obstaculiza que los ciudadanos participen en la vida política oficial. El consenso liberal se ha quedado obsoleto. La democracia es mucho más que un texto constitucional y poder votar. Pero ya que disfrutamos de esa posibilidad, exijamos una democracia electoral de calidad, un buen gobierno y una responsabilidad verdadera para cualquier responsable público.