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Al pie del cañón no es sólo una guía del Museo del Prado-una de las muchas posibles-sino una lección magistral sobre cómo mirar y cómo hablar de pintura. Del brazo de Eduardo Arroyo -ya dijo Eugenio d'Ors en el clásico Tres horas en el Museo del Prado que la mejor forma de visitar el Museo era del brazo de un amigo- descubrirá el lector un discurso en las antípodas de la uniformización del gusto artístico y de los tópicos de la industria cultural, que poco tienen que ver con el arte. Aquí el único protagonista es la pintura, y el Museo el espacio en el que conviven lo acabado y lo inacabado, la tradición y el sentido de ruptura, el mestizaje y la promiscuidad. En este particular y ecléctico recorrido de Arroyo por las salas del museo, los criterios que le guían son los mismos que determinan la entrada en esta casa de los pintores, los únicos requisitos que cuentan cuando se habla de pintura: la calidad y el genio. En palabras del autor, "no se trata de otra cosa que de ver, volver a ver, ver de otra manera para instaurar ese diálogo que nos permite hacer nuestras las pinturas de nuestros maestros e instalar dentro de nosotros esa tensión violenta que nos empujará a volver al taller, solos pero no tant