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Hoy resulta indudable la importancia del acompañamiento como ministerio dentro del ejercicio de la acción pastoral, aunque es notable la escasez de obras complexivas capaces de fundamentar teológicamente la tarea y de aportar los instrumentos básicos con los que llevar a cabo cualquier tipo de acompañamiento. Asimismo, es evidente la revolución tan fenomenal que ha venido ocurriendo en este campo en el último siglo, tanto a causa de las aportaciones de las ciencias humanas como a causa del cambio eclesial que nos ha tocado vivir. Introducirse en el estudio de estos cambios y estas aportaciones permite fundamentar la firme convicción de que el acompañamiento pastoral no es una moda del tiempo presente, sino que, con nombres diferentes, es una acción de la Iglesia presente desde sus orígenes, que ha ido adquiriendo formas y denominaciones distintas (cuidado pastoral, cura de almas, dirección espiritual, etc.), pero que está en la esencia misma del ser cristiano. Probablemente el término que hoy utilizamos no sea el más adecuado, porque siga teniendo demasiados resabios clericales -los pastores-, pero, en cualquier caso, recoge lo mejor de nuestra tradición cristiana.