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Un 4 de octubre expira en Europa el calendario juliano, el cual, por un error de su creador, acumulaba desde la antigua Roma once días de retraso. Fue el papa Gregorio XIII quien dispuso que a la mañana siguiente sería día 15. De este modo podemos decir, con una certeza única en la historia del mundo, que del 5 al 14 de octubre de 1582 no sucede absolutamente nada.Todo lo contrario de lo que ocurre en este libro, por cuyas páginas transitan músicos, científicas, volcanes en erupción, pintoras, expediciones botánicas, actores, accidentes de avión, naufragios, injusticias olvidadas, hitos de la humanidad, cineastas o escritoras: un cruce incesante, arbitrario y a la vez preciso, repleto de homenajes y también alguna burla, pues el humor es la divisa principal de este relato concatenado.Con espíritu oulipiano, Didier da Silva se impone una forma (recorrer uno a uno los 365 días del calendario) que, lejos de cualquier constreñimiento, sólo ejerce efectos positivos sobre el fondo: al igual que en una enciclopedia, las entradas no se limitan a una única historia, sino que desarrollan un entramado de relatos y de encuentros que ofrecen otros tantos nudos novelescos. Toda fecha se convierte en un detonante, ningún día tiene final. La estructura de la narración, fruto de la siempre inesperada yuxtaposición de ciertas ideas, teje conexiones improbables entre todos los días de un año que es todos los años y en el que surgen nuevas relaciones entre los acontecimientos, más allá del espacio y del tiempo, trazando, de este modo, una hipótesis brillante y mordaz de la historia del mundo.En su recorrido, Da Silva toma caminos apartados: es en la maleza de la historia donde se siente más cómodo, en los ángulos muertos, en los intersticios, en el fuera de plano.Si, de acuerdo con Robert Bresson, cuyas ideas atraviesan este libro, crear no es ni deformar ni inventar personas ni objetos, sino establecer entre ellos unos vínculos nuevos, este teatro del mundo que es La noche del 4 al 15 constituye una creación sobresaliente, una obra de orfebrería, una proeza lúdica, erudita, extraña y genial.