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La única novela del realizador de cine inglés Michael Powell: la escalofriante investigación de un asesinato brutal al oeste de Irlanda. Prólogo de Miguel MaríasTraducción de Antonio Iriarte Juego de espera es una historia que sucede entre lagos, bosques, salmones, venados, conejos y demás fauna que habita el oeste de Irlanda, un territorio que comparten con ellos unos pocos hombres y mujeres dedicados a sobrevivir, con voluntad y esfuerzo, en ese medio tan agradable a la vista, pero en el fondo hostil. No sólo por la dureza de las condiciones de vida, sino, sobre todo, por las rencillas de una guerra que nunca parece tener fin. Al principio contra los ocupantes ingleses, pero luego entre irlandeses, y después entre los de una misma ciudad y los de un mismo pueblo o aun entre los de una misma familia, incluso entre los pocos habitantes de ese lugar medio despoblado, que es donde el autor sitúa la acción. En 1952, tres inofensivos turistas norteamericanos, un padre y dos adolescentes, son hallados brutalmente asesinados a orillas de un lago, en el idílico paisaje donde han acampado unos días para pescar. Es un asesinato escalofriante por el hecho añadido de la muerte, al parecer a sangre fría, de dos casi niños. El guardabosques está a punto de jubilarse, y llega a la finca su sustituto, un hombre joven, excombatiente de la reciente Segunda Guerra Mundial, que rápidamente empieza a tomar contacto con los pobladores y con el territorio, donde se siente a gusto y comienza también él a construir su propia vida. Pese a lo poco que se sabe de él, con su manera leal y sobriamente amistosa de comportarse, pronto es aceptado aun por los más reticentes. Pero los asesinatos sin resolver del lago lo intrigan sobremanera y empieza a hacer preguntas... algo en extremo peligroso en un sitio donde ha habido tantas muertes entre hermanos y donde aún hay tantos corazones rotos. Michael Powell nos muestra con sutileza las interminables querellas de un país enfermo de odio, bien resumido en la frase de un personaje: «Pero esto no está acabado, nada lo está nunca en Irlanda».